CONVIVENCIA. Primera Propuesta

¡Hola! Este es la primera propuesta de las coordinadoras y el coordinador de primer año. Vamos a estar en contacto con ustedes a través de este espacio para seguir aprendiendo juntes mientras cumplimos con la consigna #quedateencasa

Comiencen por aquí, leyendo este cuento, y luego continúen con las actividades que les dejamos más abajo.

Un cuento asqueroso…

LOS MOCOS

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de Pablo Bernasconi

El hombre de Neanderthal no tenía mocos. Tampoco existían los mocos durante el renacimiento o la edad media. Recién se asomaron al mundo a principios del siglo xvii, con la fabricación de los primeros pupitres de escuela. Esto confirma que existe una relación directa entre el moco y el aprendizaje sentado.

El primer moco de la historia aparece una mañana helada de 1624 durante una clase de geografía, dentro de la nariz de una nena de trencitas que se llamaba Rosa Moqueta (de ahí el nombre).

Al parecer nuestro cerebro considera que hay cosas que necesita saber y cosas que no. Esto depende de cada uno, a algunos niños les interesa la matemática y a otros, la historia o la música. El cerebro ordena así cada ingreso de información: todo lo que es útil lo conserva en la cabeza como memoria, y todo lo que no sirve lo amontona en forma de moco en la nariz. Por eso generamos más mocos en invierno, durante las clases, y muchos menos en verano, mientras estamos de vacaciones.

Cuando el cerebro detecta una enseñanza que prefiere no guardar, como por ejemplo la fecha de un acontecimiento histórico, ese dato se transforma en  un menjunje verdoso que escupe el parietal izquierdo y que desciende por un cañito hasta ubicarse en las fosas nasales, junto a otros datos inservibles, como el nombre de algún prócer o un número de la tabla de multiplicar. Y cuando en el curso del día el cerebro no llegó a desprenderse de toda la información innecesaria, la descarta durante el sueño a través de los ojos. A eso se le llaman lagañas.

Los niños son los más grandes productores de moco del planeta, seguidos por los escritores de horóscopo y los taxistas. Se conocen personas (siempre son adultos) que saben y guardan muchísimos datos inútiles, por si acaso. Gente pegajosa que habla rápido y sin pausa, llenando cada conversación de anécdotas personales muy poco interesantes. Durante décadas han acumulado kilos y kilos de moco en sus cabezas, evitando así el demoque natural. Eso es ciertamente muy peligroso.

Hay quienes aseguran que sus mocos son dulces, otros los sienten amargos y hasta ácidos. La gran mayoría los usa salados. Pero ninguna persona sabe con total certeza cuál es el sabor real, porque a nadie, en todo el universo, se le ocurrió probar un moco ajeno. Son experiencias personales e intransferibles, y hasta encontrar un valiente que se arriesgue por el bien de todos, la ciencia jamás develará esta incógnita, y el sabor del moco será para siempre un misterio.  

ACTIVIDADES

1- Lean el cuento como quieran, con quienes quieran, en sus casas. Y conversen con alguien sobre lo que les pareció el cuento.

2- Hagan una lista de 5 cosas que aprendiste en las escuelas y que, según lo que leyeron en el cuento, creen que se pueden transformar en moco. Piensen por qué eso que aprendieron son cosas que el cerebro no necesita saber.

3- Anímense a armar una publicación en sus redes sociales (Instagram o Facebook o Tik-Tok) que muestre:

  • Cosas que aprendieron en las escuelas que se les transformaron en mocos
  • Otras cosas que aprendieron en las escuelas y que les resulten interesantes o útiles.

Pueden usar imágenes que busquen en la web, o pueden dibujar o hacer carteles y sacarles una foto o también grabar un audio o un video.

No se olviden cuando las publiquen de arrobar a la escuela en Instagram o de etiquetarnos si la suben a Facebook.

¡Nos seguimos leyendo! Diego, Lorena y Soledad